
Que nadie calle tu verdad, que nadie te haga màs llorar, hundièdote en silencio, que nadie te obligue a morir cortando tus alas, que vuelvan tus ganas de vivir. En el tunel del espanto, todo se hace largo cuando se iluminara amarrado a su destino, va sin ser testigo de tu lento caminar. Tiene hambre sus latidos, pero son sumisos y suenan a su compàs. La alegrìa traicionera le cierra la puerta o se sienta en su sofà, y tu dignidad se a quedado esperando a que vuelva.
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